¿Alguna vez te has preguntado de dónde vienen los alimentos que llevas a tu mesa? Antes de pasar por el supermercado, la tiendita, el mercado de tu barrio o la central de abastos, los alimentos que consumimos día con día son fruto del incansable esfuerzo de la industria agropecuaria.
El sector agropecuario se define como el sector primario conformado por el sector agrícola y el ganadero (o pecuario); sus actividades también incluyen al sector apicultor. Gracias a este sector es que los seres humanos podemos obtener uno de los recursos más importantes, fundamental para mantenernos vivos: la comida. El mundo entero sería incapaz de subsistir si no fuera por el sector agropecuario.
¿Quiénes están detrás de esta importante actividad? ¿Cómo es realmente la industria agropecuaria? Hoy platicaremos un poco de la realidad de este sector.
¿Quiénes son parte de la industria agropecuaria?
La industria agropecuaria se dedica a la producción, industrialización y comercialización de productos agropecuarios. Facilita la accesibilidad a los alimentos y gracias a sus procesos de clasificación, garantiza la calidad de los alimentos de manera homogénea. La producción agropecuaria tiene un panorama extenso y complejo. En México abarca desde productores pequeños cuyo objetivo es principalmente el autoconsumo hasta grandes grupos industriales con presencia internacional, por lo que la población dedicada a la industria agropecuaria es muy diversa también. Según datos del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria, el sector agropecuario mexicano está integrado por más de 5 millones de productores.
Productores preocupados por el bienestar
Se ha demonizado la producción de insumos de origen animal, como si estuviera compuesta en su totalidad de corporaciones tiránicas que sólo buscan su propio beneficio. Esto no es verdad. Como habíamos mencionado antes, no sólo las grandes empresas son las responsables de producir alimentos. Pequeños y medianos productores también se dedican a esta valiosa labor. Los agroempresarios se preocupan por mantener buenas prácticas y realizar análisis de peligro; están conscientes de su responsabilidad como productores, pues saben que los alimentos llegarán a los hogares de decenas, cientos o miles de personas, y que su salud y nutrición dependen de consumir alimentos inocuos y de calidad verificable.
Para lograr este fin, la investigación y actualización de conocimientos son muy importantes. Los avances científicos promueven mejores condiciones, infraestructuras adecuadas y un aprendizaje constante. Los agroproductores conocen las necesidades de sus animales y cultivos. Hay una mayor conciencia de la medicina preventiva, por lo que los animales reciben muchos cuidados; quienes están a su cargo están preparados para tratar sus enfermedades y hacen todo lo posible para que vivan en un estado de bienestar. Por supuesto, la preocupación y sentido de responsabilidad también está presente en personas que colaboran con los grupos industriales de mayor tamaño, pues seres humanos comprometidos con el bienestar hay en todas partes.
Una industria que nunca se detiene
La pandemia causada por el COVID-19 nos hizo sentir que el mundo se detuvo. Nos impidió viajar, asistir a la escuela, visitar a nuestros seres queridos… Pero hay actividades que no se pueden detener, aquellas consideradas “esenciales”, como los servicios de salud, seguridad, energía, agua, así como la producción y distribución de alimentos. Millones de personas perdieron sus empleos debido a la crisis causada por la pandemia, pero el sector agropecuario se mantuvo a flote. No fue sólo porque su actividad es vital para la población, sino también gracias a las cadenas colaborativas, que permiten que productores, trabajadores y distribuidores hagan esfuerzos conjuntos que los benefician a ellos y a nosotros, los consumidores. En una era en la que sentimos que todo paró, la industria agropecuaria mexicana cerró el 2020 con cifras históricas: 40 mil millones de dólares en exportaciones.
También tenemos que entender que los animales y los cultivos no responden a los calendarios civiles: para ellos no hay días feriados ni vacaciones. Y si no hay días libres para ellos, tampoco para la industria agropecuaria. Es por esto que hablamos de un trabajo constante, de un esfuerzo incansable. La industria agropecuaria nunca se detiene, y gracias a ella comemos todos los días.
Es imposible imaginar un mundo sin la labor de las millones de personas que trabajan incesantemente para procurar nuestra alimentación y nutrición. Recuerda que dentro de esta industria hay gente muy preparada, consciente y responsable, que procura tanto el bienestar humano, como el de los animales y el campo.